sábado, 14 de noviembre de 2009

El hoyo

Era otra noche bastarda, de estrellas huerfanas de madre y pereza en la llovizna. Hacia ya algunas horas que la grieta del suelo yacía abierta, ahí, difunta, en el medio de la sala. Un par de ojos se perdían en su infinita penumbra. ¿Quién sabe que podría esconderse en la profundidad?... pero sea lo que sea se la había llevado.
Descalzo junto al risco él sintió el frío en la planta de sus pies. Los vidrios de la ventana rota todavía salpicaban la escena; la húmeda brisa que se ahogaba en la grieta se dejaba acariciar por la cortina verde que latigueaba con furia.
Todavía contenía el aire agitado, sentado tomándose las rodillas solo podía sentir el frío de la ausencia, la incertidumbre del tiempo poco esperanzador y su retrato ardiente en el bolsillo. Sentía pena por sigo mismo, también confusión, pero la distancia podía llegar a ser reparadora, confiaba en que el tiempo solucionaría las cosas.

Jamás la hiría a buscar.

El tiempo jamás curaría lo que no se permitió olvidar, su culpa no lo dejaría.

-Benditos quienes se permiten confiar en el reloj-.


Imagen: "The devil's hole" de Kailean

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